Sócrates acostumbraba decir: «Yo soy una comadrona, asisto al parto natural». Un maestro es una comadrona. No va a forzar, porque un parto forzado no va a ser un parto auténtico. Es más como la muerte y menos como la vida.
Por esto un maestro nunca es discutidor. Y si a veces lo parece, sólo está jugando contigo, y jugando por alguna razón. No te dejes enredar. Está jugando por alguna razón; puede discutir sólo para averiguar si estás o no en una actitud discutidora.
Si es así, tú te lo has perdido. Si puedes escuchar sus argumentos sin adoptar una actitud discutidora, él no va a jugar contigo este juego. Tiene que mirar en tu interior. Acaso estés escuchando conscientemente, pero discutiendo inconscientemente. Entonces él tiene que hacer aflorar tu inconsciente, para que te des cuenta de ello.
A veces un maestro parecerá agresivo, como si quisiera vencerte.
Pero nunca quiere tu derrota, sólo derrotar tu ego, no a ti; sólo destruir tu ego, no a ti. Y recuerda: el ego es el veneno, te está destruyendo. Una vez que el veneno haya sido destruido, estarás libre y vivo por primera vez. Una luz abundante te sucederá por primera vez. Está destruyendo la enfermedad, no a ti.
A veces tiene que discutir. Han existido maestros muy discutidores. Era imposible vencerlos, imposible jugar el juego de las palabras con ellos. Pero simplemente intentaban hacer aflorar tu consciencia, para que pudieras darte cuenta de si tu fe era verdadera o no.
Osho- "Ni Agua, Ni Luna"
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