martes, 27 de mayo de 2008

Un maestro es una comadrona.

Sócrates acostumbraba decir: «Yo soy una comadrona, asisto al parto natural». Un maestro es una comadrona. No va a forzar, porque un parto forzado no va a ser un parto auténti­co. Es más como la muerte y menos como la vida.

Por esto un maestro nunca es discutidor. Y si a veces lo pa­rece, sólo está jugando contigo, y jugando por alguna razón. No te dejes enredar. Está jugando por alguna razón; puede discutir sólo para averiguar si estás o no en una actitud discu­tidora.

Si es así, tú te lo has perdido. Si puedes escuchar sus argumentos sin adoptar una actitud discutidora, él no va a ju­gar contigo este juego. Tiene que mirar en tu interior. Acaso estés escuchando conscientemente, pero discutiendo incons­cientemente. Entonces él tiene que hacer aflorar tu incons­ciente, para que te des cuenta de ello.

A veces un maestro parecerá agresivo, como si quisiera vencerte.

Pero nunca quiere tu derrota, sólo derrotar tu ego, no a ti; sólo destruir tu ego, no a ti. Y recuerda: el ego es el ve­neno, te está destruyendo. Una vez que el veneno haya sido destruido, estarás libre y vivo por primera vez. Una luz abun­dante te sucederá por primera vez. Está destruyendo la enfer­medad, no a ti.

A veces tiene que discutir. Han existido maestros muy dis­cutidores. Era imposible vencerlos, imposible jugar el juego de las palabras con ellos. Pero simplemente intentaban hacer aflorar tu consciencia, para que pudieras darte cuenta de si tu fe era verdadera o no.

Osho- "Ni Agua, Ni Luna"

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