Estudia los corazones de los hombres, para que
puedas conocer cuál es el mundo en que vives y en el
que estarás.
Nunca observamos directamente en los corazones de los hombres. Es peligroso, inseguro, porque entonces puedes llegar a involucrarte; puedes tener que hacer algo. Así que nunca tocamos a nadie. Simplemente permanecemos por encima, muy lejos, afuera.
Actuamos sin tocar a nadie. Y cuando digo esto, no sólo quiero decir físicamente. Psicológicamente también. Vamos sin tocar a nadie físicamente. Tenemos temor de tocar a alguien o que alguien nos toque. Psicológicamente también vivimos dentro de una caparazón: encerrados, encapsulados.
Hay razones para eso. Si penetras en el corazón de alguien tendrás que hacer algo sobre eso. Te llenarás de amor, te llenarás de valores más altos, superiores. Entonces no podrás permanecer tan cruel como eres, no podrás permanecer tan poco amable como eres, no podrás permanecer tan egocéntrico como eres. Si observas dentro del corazón del otro, tendrás que derretirte. La propia observación dentro del corazón del otro llegará a ser la fusión de sus egos.
Así que ya nadie observa a nadie. Ni siquiera observamos los corazones de nuestros amigos. Los asumimos. Ni siquiera miramos nunca dentro de los corazones de nuestros esposos y esposas, de nuestros amados y amadas. Creamos una imagen y vivimos con la imagen. Nunca nos hablamos directamente, porque si nos hablamos directamente no nos sentiremos seguros; podremos volvernos vulnerables. Recuerda esto, si penetras en el corazón de alguien, simultáneamente tu propio corazón se vuelve vulnerable. De otro modo no es posible. Si observo profundamente dentro de ti, me abro a ti. Tú también puedes observar profundamente dentro de mí.
Pero eso se siente peligroso. Yo no quiero que nadie observe profundamente dentro de mí, porque en la superficie soy diferente, soy una persona falsa. En lo profundo, soy otra persona. En la superficie continúo sonriendo -muy amablemente, muy amorosamente- y en lo profundo hay mucho odio, mucha fealdad está presente. Así que no quiero que nadie penetre dentro de mí.
Pero si yo penetro dentro de ti, el propio esfuerzo de penetrar en ti, simultáneamente me abre a ti. Tenemos miedo. No queremos que nadie cruce nuestro espacio para observar dentro de nosotros. Es peligroso observar dentro del corazón de alguien y así mismo ser observado por ese alguien. Nos encerramos en una cápsula, muertos. Continuamos actuando dentro de una prisión.
Entonces, ¿cómo puedes conocer la vida? Si incluso un corazón humano te es extraño, y ni siquiera has entrado a observarlo, ¿cómo puedes entonces entrar profundamente en el corazón mayor de lo divino, en el propio centro de la existencia? Aprende a observar. Aprendiendo a observar los corazones de los demás, puedes aprender a observar profundamente. Es la profundidad de la persona.
La profundidad de la persona es su corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario