La gente teme a la vida, no a la muerte, porque la vida es un problema que hay que resolver. La vida cuenta con miles de complejidades que hay que resolver. La vida tiene tantas dimensiones que siempre está uno preocupado: ¿nos movemos en la dimensión correcta o la hemos dejado atrás, sin darnos cuenta?
Hagas lo que hagas, la pregunta nunca te abandona: ¿es éste el tipo de cosa que realmente querías hacer, o para la que estabas destinado? Todo el mundo está agitado a causa de la vida. La gente teme vivir, y por ello viven de la manera más limitada posible. Han convertido la vida en una preocupación limitada.
Intentan crear una cerca alrededor de su vida. No quieren vivir en las extensiones salvajes de la vida; eso da mucho miedo. Levantan una bonita cerca alrededor de su casa, diseñan un bonito jardín inglés en el interior -siempre simétrico, bien recortado y cuidado- y piensan que eso es la vida. Eso no es la vida, sólo es un esfuerzo por tratar de evitar la vida.
La vida sólo puede ser salvaje. No puede tener cercas; no puede ser un jardín inglés. No es victoriana, ni simétrica. La gente tiene miedo de la vida, y la teme porque la vida sólo es posible si eres capaz de ser salvaje, salvaje en tu manera de amar, en tu canción, en tu danza. Ahí es donde radica el miedo.
Abandona el miedo a la vida...
Porque o bien la temes o la vives, depende de ti. ¿Qué temes? No tienes nada que perder, y todo por ganar. Abandona todo temor y salta totalmente a la vida. Un día llegará la muerte como una invitada bien venida, no como una enemiga, y disfrutarás de la muerte más de lo que hayas disfrutado la vida, porque la muerte cuenta con sus propias bellezas. Y la muerte es muy rara porque sólo ocurre en una ocasión... la vida sucede a diario.
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