Es la debilidad la que quiere ser fuerte, la inferioridad la que aspira a ser superior y la ignorancia la que pretende ser erudita para ocultarse tras el saber, como se oculta la debilidad tras el llamado poder.
El deseo de ser superior surge de la inferioridad, y constituye el substrato de toda la política mundial; la política del poder. Sólo las personas inferiores se hacen políticos, ya que tienen necesidad de poder porque se saben inferiores. Si no llegan a presidente o primer ministro de un país, no pueden demostrar sus aptitudes ante los demás. Como se sienten débiles, se consagran al poder.
Ahora bien, ¿acaso serás poderoso por llegar a presidente? Interiormente sabrás que tu debilidad sigue ahí. De hecho, la notarás más, más incluso que antes, porque ahora podrás contrastarla. Fuera tendrás el poder, pero, en tu interior, la debilidad; dicho de otro modo, como el reflejo plateado de una nube oscura.
Luego ocurre lo siguiente: te sientes pobre por dentro y empiezas a arramblar; te vuelves codicioso y empiezas a apropiarte de cosas y más cosas sin tener nunca bastante. Y malgastas toda tu vida acumulando cosas. Pero cuanto más acumulas, más punzante es el sentimiento de tu pobreza interior. Eso se puede comprobar muy fácilmente frente a las riquezas. En su presencia, la debilidad pretende ser fuerte: es absurdo. ¿Cómo va a ser fuerte la debilidad? Al darte cuenta, dejas de querer ser fuerte, y cuando ya no quieres ser fuerte, la debilidad no puede cobijarse en ti, pues sólo puede subsistir junto a la idea de fuerza; las dos van juntas, como los polos positivo y negativo de la electricidad. Son inseparables. Una vez que renuncias a la ambición de ser fuerte, llega un día en que de repente descubres que la debilidad también ha desaparecido; no puede seguir aferrada a ti. Si renuncias a la idea de ser rico, ¿cómo vas a sentirte pobre? ¿Cómo vas a comparar y decidir que eres pobre? ¿Frente a qué? No cabrá la menor posibilidad de medir tu pobreza. Si se abandona la idea de riqueza, de hacerse rico, llega un día en que la pobreza desaparece. Si no anhelas el saber y renuncias a la erudición, ¿cómo vas a ser ignorante? Tras la desaparición del saber, como si se tratase de su sombra, desaparece la ignorancia y el hombre es sabio. La sabiduría no es saber, sino la ausencia tanto de saber como de ignorancia.Estas son las tres posibilidades: puedes ser ignorante, o ignorante y erudito, o carecer de saber y de ignorancia.
La tercera posibilidad es la sabiduría, lo que Buda denomima prajnaparamita: el más allá de la sabiduría; la sabiduría trascendental. No se trata de saber.
Ante todo, desecha ese anhelo de fuerza y observa.
Un día te llevarás una sorpresa: te pondrás a bailar porque la debilidad ha desaparecido. Son las dos caras de una misma moneda; viven y aparecen conjuntamente. "Una vez que tu ser se impregna de esa realidad, se produce una gran transformación".
Osho- El ABC de la Iluminación
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