jueves, 17 de abril de 2008

Todo el mundo está interesado en salir

; nadie está interesado en entrar, porque en el momento en que te planteas entrar, te acuerdas de muchas cosas que tienes ahí escondidas. Fuiste tú y nadie más que tú quien las acalló, por eso sabes perfectamente que la ira, el odio, el sexo, la codicia y la envidia están ahí... Hay miles de cosas hirviendo y borboteando que en cualquier momento pueden explotar. Es mejor salir que entrar; es mejor evadirse a cualquier parte y has probado muchas maneras de hacerlo. Las gentes quieren mantenerse ocupadas, y si no tienen nada que hacer, buscarán una cosa u otra en que entretenerse. Puede que se pongan a releer el mismo periódico. Si la primera vez sólo ha­bía tonterías, ¿por qué has de leerlo de nuevo? No tienes nada que hacer, pero te gustaría hacer algo porque cada vez que estás sin ha­cer nada, de repente la energía empieza a volverse hacia dentro; sólo se quedará fuera si tiene algo a que aferrarse.
Cuando estás inactivo y solo, sientes desasosiego.


Te gustaría ir al club, al teatro o simplemente a pasear por el mercado para mantenerte ocupado. Al menos pasear, ver las tiendas, mirar los escaparates o hablar con la gente de cosas absolutamente intrans­cendentes, pues ni tú necesitas hablar ni ellos escuchar; pero la gente no para de hablar sin saber por qué; buscan algo donde aferrarse.
La gente se mantiene ocupada aunque no tenga nada que ha­cer, y tal vez diga que le gustaría descansar; pero nadie quiere des­cansar porque entonces el descanso se convierte automáticamen­te en meditación y empiezas a volverte hacia dentro. Empiezas a desplazarte hacia tu núcleo interno y el miedo se apodera de ti. Te asustas, y por eso vas al mercado o al club; te haces miembro del Rotary Club o del Lions Club -hay miles de estupideces a tu al­rededor para perder el tiempo con ellas. Haz algo, y si no encuentras nada que hacer o ser un rotario es difícil o no eres lo bastante rico para ir al restaurante, puedes ir a la iglesia, la mezquita o el templo, que por lo menos son gratis. Allí puedes cantar: «Haré Krishna, Haré Rama» y mantenerte ocu­pado. O puedes escuchar a un estúpido sacerdote repitiendo las mismas cosas una y otra vez; pero al menos estás ocupado.
Man­tente ocupado. Sigue proyectándote hacia fuera y aférrate a algo externo, pues si no te aferras, de repente la energía empieza a di­rigirse hacia dentro.
Osho- El ABC de la Iluminación

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