La luz del sol es masculina: dura, tensa, apasionada, agresiva y violenta. La luz de la luna es femenina: suave, tierna, receptiva y cariñosa. Y no se trata sólo de poesía; la ciencia también ha descubierto que hay diferencias entre la luz del sol y la de la luna.
Hace siglos que los místicos son conscientes de ello; hay más gente que ha alcanzado la iluminación en una noche de luna llena que en cualquier otra noche. No he oído jamás que alguien se haya iluminado de día. Tanto Buda como Mahavira o Lao Tse, alcanzaron la iluminación por la noche. No puede tratarse de una mera coincidencia.
La noche es femenina, el día es masculino y la iluminación sólo se produce cuando se da una condición muy receptiva, una condición muy femenina. Que uno sea un hombre o una mujer no tiene ninguna importancia, lo que cuenta es ser receptivo. No se puede conquistar a Dios, sino invitarle y esperar.
Hace siglos que los místicos son conscientes de ello; hay más gente que ha alcanzado la iluminación en una noche de luna llena que en cualquier otra noche. No he oído jamás que alguien se haya iluminado de día. Tanto Buda como Mahavira o Lao Tse, alcanzaron la iluminación por la noche. No puede tratarse de una mera coincidencia.
La noche es femenina, el día es masculino y la iluminación sólo se produce cuando se da una condición muy receptiva, una condición muy femenina. Que uno sea un hombre o una mujer no tiene ninguna importancia, lo que cuenta es ser receptivo. No se puede conquistar a Dios, sino invitarle y esperar.
OSHO
EL ABC DE LA ILUMINACION
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