viernes, 11 de abril de 2008

Esa es mi montaña.


Ir hacia fuera es bajar, ir hacia dentro es subir.

Hacia dentro está el mundo interior, hacia arriba y hacia dentro significan lo mismo; hacia fuera y hacia abajo significan lo mismo. Cuando uno tiene que relacionarse con gente hay que ir hacia fuera, y cuando el nivel de consciencia de esa gente es muy bajo tienes que inclinarte, lo cual resulta muy cansado.
Jesús, Buda y Mahavira, todos ellos subieron a las montañas. Se fueron a un lugar solitario para recobrar su elevación, su pureza, su estado propio. Para extender sus brazos otra vez, para ser ellos mismos y estar con Dios. Con Dios, empiezan a elevarse alto. Con Dios, te conviertes en una paloma, vuelves a retomar la altura. No hay ningún límite. Una vez más vuelves a ser vital, lleno de Dios, vuelves a ser como una nube llena de lluvia que te gustaría derramar. Vuelves con la multitud donde la gente se encuentra sedienta.
La gente me pregunta qué hago yo solo en mi habitación.
Esa es mi montaña!!!.


Allí es donde yo puedo elevarme alto. Sin necesidad de pensar en vosotros, de comulgar con vosotros. No necesito funcionar con el cuerpo ni con la mente. Puedo olvidarme del cuerpo y de la mente. Puedo olvidarme de vosotros. Puedo olvidarme de todo.
En esos momentos de olvidar absolutamente todo, uno es. Y ese ser es inmenso. Ese ser tiene esplendor. Es frescura, es vitalidad, porque es el mismísimo origen de la vida. Pero una vez estás lleno de vida, tienes que compartirlo. Por eso cada mañana vuelvo con vosotros, cada tarde vuelvo con vosotros.
¡Continuamente estoy yendo de mi montaña hacia la multitud!


OSHO: El significado oculto de los Evangelios

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