martes, 22 de abril de 2008

Los libros no sirven para nada;

El señor Goldberg, un próspero peletero, envió a su hija a Eu­ropa para que adquiriese un poco de cultura y, tal vez, encontra­se un compañero rico. Unos meses más tarde, ella escribió pidiendo a papá que le enviase un libro de etiqueta. —Debe de estar tratando con gente muy refinada -pensó el pa­dre para sí. Cinco meses más tarde volvió a escribir pidiendo otro libro de etiqueta. —Seguro que sale con príncipes -dijo Goldberg saltando de alegría. Al cabo de dos años, Becky volvió a casa. El señor Goldberg la esperaba en el muelle y se quedó estupefacto al verla aparecer con un niño en los brazos. —¿De quién es ese niño? -preguntó. —Mío -respondió ella. —¿Y el padre? —No lo sé, papá -dijo sacudiendo la cabeza. —Recibiste dos libros de etiqueta -gimió Goldberg desesperado-y ni siquiera aprendiste a preguntar: «¿Con quién tengo el placer?»
Los libros no sirven para nada; ni siquiera dos libros de eti­queta harán de ti una persona cultivada, como tampoco mil libros de espiritualidad te volverán espiritual.
No se trata de estar más informado.

"Es cuestión de transformación, no de información".

Osho- El ABC de la Iluminación

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