El señor Goldberg, un próspero peletero, envió a su hija a Europa para que adquiriese un poco de cultura y, tal vez, encontrase un compañero rico. Unos meses más tarde, ella escribió pidiendo a papá que le enviase un libro de etiqueta. —Debe de estar tratando con gente muy refinada -pensó el padre para sí. Cinco meses más tarde volvió a escribir pidiendo otro libro de etiqueta. —Seguro que sale con príncipes -dijo Goldberg saltando de alegría. Al cabo de dos años, Becky volvió a casa. El señor Goldberg la esperaba en el muelle y se quedó estupefacto al verla aparecer con un niño en los brazos. —¿De quién es ese niño? -preguntó. —Mío -respondió ella. —¿Y el padre? —No lo sé, papá -dijo sacudiendo la cabeza. —Recibiste dos libros de etiqueta -gimió Goldberg desesperado-y ni siquiera aprendiste a preguntar: «¿Con quién tengo el placer?»
Osho- El ABC de la Iluminación
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