miércoles, 11 de junio de 2008

Cada uno es único e incomparable.


Los celos son comparación. Y nos han enseñado a comparar, nos han condicionado a com­parar, siempre comparar.

Alguien tiene una casa mejor, un cuerpo más boni­to, más dinero, una personalidad más carismáti­ca. Comparad.

Comparad a cualquiera que pase junto a vosotros, y el resultado que obtendréis será de grandes celos; es la consecuencia del condicionamiento para la comparación.

Si dejáis de comparar, los celos se desvanecen.

Entonces simplemente sabéis que sois vosotros, no sois otra persona, algo para lo que no hay nece­sidad.

Es bueno que no os comparéis con los árboles, de lo contrarío empezaríais a sentiros muy celosos: ¿por que no sois verdes?

¿Por qué Dios ha sido tan duro y no os ha dado flores?

Es mejor que no os comparéis con los pájaros, con los ríos, con las montañas: en ese caso sufriríais. Solo os comparáis con los seres humanos, por­que habéis sido condicionados a compararos úni­camente con los seres humanos; no os comparáis con los pavos reales ni con los loros. Pues en ese caso vuestros celos no dejarían de crecer, os abrumarían tanto que ni siquiera seríais capaces de vivir.

La comparación es una actitud muy necia, porque cada persona es única e incomparable.

Una vez hayáis entendido esto, los celos desapa­recen.

Cada uno es único e incomparable.

Vosotros Simplemente sois vosotros, nadie ha sido jamás como vosotros, y nadie lo será nunca.

Y tampoco necesitáis ser como otra persona.

Dios solo crea originales; Él no cree en fotocopias.

El sexo crea celos, pero es una cosa secun­daria.

De modo que no se trata de cómo librarse de los ce­los, no podéis libraros de ellos porque no podéis dejar el sexo. La cuestión es cómo transformar el sexo en amor, entonces los celos desaparecen.

Si amáis a una persona, el mismo amor es suficiente garantía, suficiente seguridad. Si amáis a una per­sona, sabéis que no puede ir junto a otra.

Y si lo hace, pues lo ha hecho; no se puede impedir.

¿Qué podéis hacer?

Podéis matar a esa persona, pe­ro una persona muerta será de poco uso.

Cuando amáis a una persona, confiáis en que no puede irse con cualquiera.

Si lo hace, no hay amor y no se puede remediar.

El amor aporta esta comprensión.

No hay celos.

De modo que si se presentan los celos, sabed bien que no hay amor.

Estáis en un juego, ocultáis el sexo detrás del amor.

El amor es una palabra pintada, la realidad es el

sexo.

La sociedad ha explotado al individuo de tantas maneras que casi resulta imposible de creer.

Ha creado artimañas tan inteligentes y astutos que es casi imposible incluso detectar que se trata de artimañas.

Estas artimañas están para explotar al individuo, para destruir su integridad, para arrebatarle todo lo que tiene... sin siquiera despertar una sospecha en él, ni una duda sobre lo que le están haciendo.

Los celos son una de esas artimañas tremendamente poderosas.

Desde la misma infancia toda sociedad, toda cultu­ra, toda religión nos enseña a todos a comparar.

Los celos son uno de los más grandes artilu­gios.

Osho-Emociones"

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