Lo primero: es bueno sentir que el último paso debe venir del gurú. Pero el último paso nunca lo da el gurú. El último paso lo has de dar solo, sin el gurú. Porque si también en el último paso el gurú permanece contigo, a Dios le resulta imposible aparecer. Debes quedarte solo, totalmente solo.
De modo que, en el último paso, el gurú desaparece lentamente. Te quedas solo. Tienes que tener valor y saltar. O tienes que ser lo suficientemente valeroso para permanecer abierto y que Dios salte.
Pero en el último momento, el gurú no está allí. En el último momento, él no puede ayudarte. Él te prepara para el último paso, pero en él no puede estar presente porque entonces su propia presencia sería una perturbación.
Y cuando alcances lo Último, entonces desde tu corazón se lo agradecerás. Entonces te postrarás en agradecimiento hacia tu gurú porque se retiró en el último momento.
El gurú te ayuda a que todo lo demás caiga... y sólo quede el gurú.
Luego, el gurú se retira.
Entonces estás solo. Y en esa solitud total, surge Dios. No hay ninguna otra manera.
Al gurú le gustaría ayudarte, pero no puede. Simplemente: no es así como suceden las cosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario