Cuando sientas ira, no hay necesidad de estar enojado con alguien, simplemente permítete estar furioso.
Deja que eso sea una meditación.
Enciérrate solo en el cuarto, siéntate y deja que aparezca toda la ira que puedas.
Si sientes ganas de golpear, pégale a una almohada o a un cojín.
Haz cualquier cosa que quieras hacer: la almohada nunca va a objetar. Si quieres matar a la almohada, toma un cuchillo y mátala. Esto ayuda, esto ayuda tremendamente.
Uno nunca puede imaginar de cuánta ayuda puede ser una almohada. Pégale, muérdela, tírala.
Si tu ira apunta a alguien en especial, escribe sus nombres en la almohada o peda un retrato en ella.
Te sentirás ridículo, tonto, pero la ira es ridícula, no hay nada que puedas hacer respecto a eso. De manera que relájate y disfrútalo como un fenómeno de energía. Esto es un fenómeno energético. Si no estás hiriendo a nadie, no hay nada de malo en ello. Cuando pruebes esto, vas a ver que la idea de herir a alguien desaparece poco a poco.
Haz de esto una práctica diaria: sólo veinte minutos al día.
Entonces observa durante el resto del día.
Vas a estar más calmado, porque la energía que se convierte en ira ha sido expulsada, la energía que se transforma en veneno ha sido arrojada fuera del sistema.
Haz esto por lo menos durante dos semanas, y después de una semana te vas a sorprender al ver que, cualquiera sea la situación, la ira no está surgiendo. Sólo pruébalo.
Osho-Libro Naranja
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